Hoy damos un paso más en nuestro camino de Apologética Católica: contemplamos a María como Madre de Dios (Theotokos). Este título, definido solemnemente en el Concilio de Éfeso (431), no es un mero elogio mariano, sino una afirmación cristológica: si Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre en una sola persona, entonces María es con toda verdad Madre de Dios.
- Fundamento bíblico
📖 Lucas 1,43:
“¿Y de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?”.
Isabel, llena del Espíritu Santo, llama a María “Madre de mi Señor”. En lenguaje bíblico, Señor (Kyrios) se refiere al mismo Dios. Por tanto, confesar a María como Madre del Señor es reconocer la divinidad de Cristo.
📖 Gálatas 4,4:
“Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley”.
Pablo subraya: el Hijo eterno de Dios entra en la historia naciendo de una mujer. Esa mujer no dio a luz a “una parte” de Cristo, sino a la única persona del Verbo encarnado.
📖 Juan 1,14:
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.
La encarnación une inseparablemente divinidad y humanidad en Cristo. María es madre no solo de su humanidad, sino de la Persona divina que asumió la carne.
- Testimonio patrístico
Los Padres de la Iglesia defendieron ardientemente el título Theotokos:
- San Ignacio de Antioquía (s. I-II): “Nuestro Dios, Jesucristo, fue llevado en el seno de María según la economía de Dios”. (Carta a los Efesios, 18).
- San Atanasio (s. IV): “La Virgen María es verdaderamente Madre de Dios, porque engendró según la carne al Verbo de Dios hecho hombre”.
- San Cirilo de Alejandría, gran defensor en Éfeso: “Si alguno no confiesa que el Emmanuel es Dios verdadero y que, por tanto, la santa Virgen es Madre de Dios (Theotokos), sea anatema”.
- Magisterio de la Iglesia
- Concilio de Éfeso (431): definió solemnemente el título Theotokos frente a Nestorio, que proponía llamarla solo Christotokos (Madre de Cristo). La Iglesia afirmó que dividir así la maternidad es dividir la persona de Cristo.
- Concilio Vaticano II – Lumen Gentium (n. 53):
“La Virgen María, que al anunciarse el ángel recibió al Verbo de Dios en su corazón y en su cuerpo, y dio la Vida al mundo, es reconocida y honrada como verdadera Madre de Dios y del Redentor”.
“La Iglesia confiesa que María es verdaderamente Madre de Dios porque engendró según la carne al Hijo eterno del Padre, que es Dios mismo”.
- Apología frente a objeciones
- Objeción protestante: “María no puede ser Madre de Dios porque Dios es eterno; ella solo dio a luz a la humanidad de Cristo”.
✅ Respuesta: María no es madre de la divinidad eterna del Hijo, sino de la persona divina del Verbo encarnado. Y como Cristo no está dividido en dos personas, sino es uno solo, se afirma correctamente que María es Madre de Dios.
- Objeción racionalista: “Es un exceso de devoción mariana”.
✅ Respuesta: No es un título mariano, sino cristológico. Defender Theotokos es defender que Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre.
- Dimensión espiritual
El título Madre de Dios nos enseña que:
- Cristo es uno solo: no se puede separar su humanidad de su divinidad.
- María es modelo de fe: ella creyó en la Palabra y llevó en su seno al Salvador.
- Somos hijos en el Hijo: si María es Madre de Dios, también es madre espiritual de todos los discípulos de Cristo (cf. Jn 19,26-27).
- Aplicación práctica
- Para el empresario o líder: reconocer a María como Madre de Dios es reconocer que en nuestra vida y en nuestras empresas necesitamos unir fe y acción, divinidad y humanidad, valores y decisiones concretas.
- Para la familia: recordar que toda maternidad tiene una dignidad única, porque en María vemos la grandeza de ser cooperadores de Dios en el don de la vida.
- Para el discípulo cotidiano: aprender a recibir a María en la propia casa, como hizo Juan, y dejar que su intercesión nos guíe.
- Conclusión
Confesar a María como Theotokos es afirmar la fe en el misterio de la Encarnación: Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nació de una mujer.
👉 Cuando decimos “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros”, no repetimos un título vacío: proclamamos la verdad de nuestra fe y pedimos a aquella que llevó en su seno al Hijo eterno que también lleve nuestras vidas hacia Cristo.
📌 Cierre para el oyente:
“La próxima vez que reces el Avemaría, detente en esas palabras: Madre de Dios. Que ellas fortalezcan tu fe en la divinidad de Cristo y en la cercanía maternal de María en tu camino”.