Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM en el que recorremos juntos la historia de la sucesión apostólica desde San Pedro hasta los primeros Papas, mostrando cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha mantenido fielmente el depósito de la fe.
Hoy nos detenemos con el Papa n.º 62: Vigilio (537–555 d.C.), sucesor de San Silverio
🕰️ Contexto histórico
El pontificado de Vigilio transcurre en una de las etapas más difíciles de la historia del papado.
Roma estaba devastada por las guerras góticas; el Imperio Bizantino, bajo el emperador Justinian I, intentaba consolidar su control sobre Italia y la Iglesia; y la teología oriental seguía marcada por las controversias del monofisismo.
Vigilio fue elegido Papa en el año 537, tras la deposición violenta de San Silverio, en circunstancias marcadas por la presión política.
La emperatriz Teodora, enemiga de Silverio, había apoyado su ascenso, esperando que fuera más dócil a sus intereses.
Sin embargo, el pontificado de Vigilio demostraría lo contrario: su vida se convirtió en una larga lucha interior entre el poder imperial y la fidelidad doctrinal.
⚖️ La sombra del poder imperial
Al inicio de su pontificado, Vigilio se encontró entre dos fuegos:
Durante los primeros años, su gobierno fue precario.
Roma cayó varias veces en manos de los godos, y el Papa se vio obligado a trasladarse a Constantinopla (545), donde permanecería ocho años, en una especie de cautiverio espiritual y político.
📜 El “Controversia de los Tres Capítulos”
El episodio más conocido de su pontificado fue la llamada Controversia de los Tres Capítulos (Tria Capita), un complejo conflicto teológico promovido por Justiniano para apaciguar a los monofisitas.
El emperador publicó en 543 un decreto que condenaba tres escritos y autores del siglo V considerados “nestorianos”:
Aunque la intención imperial era política —ganar a los monofisitas reafirmando la ortodoxia—, la medida provocó un profundo problema doctrinal:
si se condenaban a autores ya aceptados por el Concilio de Calcedonia, se ponía en duda la autoridad misma del concilio.
Vigilio fue presionado para aprobar el decreto.
Al principio se negó, afirmando que Calcedonia era intocable.
Pero tras años de presiones, intrigas, y aislamiento en Constantinopla, acabó firmando un documento ambiguo (el Judicatum, 548), lo que provocó gran escándalo en Occidente.
⛓️ El Papa cautivo y la purificación del ministerio petrino
Las presiones continuaron.
En el Concilio de Constantinopla II (553), Justiniano volvió a condenar los Tres Capítulos, y Vigilio —aunque había intentado resistir— fue finalmente forzado a aprobar las decisiones conciliares, después de sufrir encarcelamientos, humillaciones y enfermedades.
Este episodio fue vivido por la Iglesia como una tragedia espiritual: el Papa sometido por la fuerza del emperador, la conciencia oprimida por el poder.
Sin embargo, en su sufrimiento y sus retractaciones posteriores, Vigilio reveló la dimensión pascual del papado: la cruz como camino de purificación.
Murió en el viaje de regreso a Roma, en el año 555, sin alcanzar su ciudad, reconciliado con la fe de Calcedonia y dejando tras de sí un testimonio humano y teológicamente profundo.
✝️ Significado teológico y eclesial
El pontificado de Vigilio plantea un interrogante eterno:
¿qué sucede cuando la conciencia del Papa se enfrenta al poder de los imperios?
En su drama se reflejan tres verdades doctrinales de gran relevancia:
Vigilio no fue un héroe en el sentido político, pero su experiencia reveló el misterio de la gracia en la fragilidad, y su historia ayudó a consolidar la comprensión del papado como ministerio de servicio, no de dominio.
🕊️ Reflexión espiritual
El drama de Vigilio no es solo histórico, sino existencial.
Cada cristiano vive, de algún modo, esa misma tensión entre la verdad y la conveniencia, entre el Evangelio y el mundo.
Su vida enseña que incluso cuando la fe vacila, la gracia no abandona a quien busca sinceramente la verdad.
“El trono de Pedro no se apoya en la fuerza, sino en el perdón.”
🔑 Enseñanza apologética
📘 Conclusión
Vigilio encarna el papado de la cruz:
la fe puesta a prueba, el poder tentado, la verdad sufrida.
Su historia es la de un hombre frágil sostenido por una promesa eterna.
El mismo Espíritu que acompañó a Pedro en su negación y en su conversión acompañó también a Vigilio en su lucha interior.
Y así, la sucesión apostólica siguió su curso, no por la fuerza de los hombres, sino por la gracia invencible de Dios.