Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM en el que recorremos juntos la historia de la sucesión apostólica desde San Pedro hasta los primeros Papas, mostrando cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha mantenido fielmente el depósito de la fe.
Hoy nos detenemos con el Papa número 61: Juan III (561–574), sucesor directo de Pelagio I, en un período de transición marcado por la recomposición eclesial y la llegada de nuevas amenazas sobre Italia.
Papa Juan III (561–574 d.C.)
Origen: Romano, hijo de un noble llamado Anastasio.
Pontificado: Durante los reinados de los emperadores Justino II y Tiberio II.
Muerte: 13 de julio de 574, en Roma.
Sepultura: Basílica de San Pedro.
📍 1. Contexto histórico general
El pontificado de Juan III se desarrolla en un período de profunda transformación del mundo romano y cristiano.
Apenas seis años después de la muerte de Pelagio I, Italia fue invadida por los lombardos (568), un pueblo germánico que devastó las regiones del norte y centro de la península, estableciendo diversos ducados autónomos y poniendo en grave peligro la autoridad imperial en Occidente.
Roma quedó aislada, dependiente del Exarcado de Rávena y del Imperio bizantino, pero sin apoyo militar efectivo. En medio de esta situación de inseguridad y hambre, el Papa se convirtió en la figura de estabilidad y autoridad moral para el pueblo romano.
Su pontificado, aunque poco documentado en fuentes directas, fue de una gran importancia pastoral y política, pues marcó el inicio del proceso mediante el cual el Papa comenzó a asumir funciones de protector civil y mediador político, anticipando el papel que desempeñará el papado en la Edad Media.
⚖️ 2. El desafío de las invasiones lombardas
La irrupción de los lombardos bajo Alboino supuso un golpe devastador para la península.
Ciudades enteras fueron destruidas, los caminos interrumpidos y la comunicación con Constantinopla se volvió casi imposible.
Juan III se vio forzado a asumir responsabilidades que antes correspondían a las autoridades civiles:
Su pontificado marcó así el inicio del papado como poder moral y político de Roma, independiente de la autoridad imperial efectiva.
🕊️ 3. Relaciones con el Imperio bizantino
El Papa mantuvo la obediencia formal al emperador Justino II, sucesor de Justiniano, pero la distancia entre Roma y Constantinopla crecía.
El Imperio, más preocupado por las guerras contra los persas y los bárbaros en los Balcanes, apenas podía intervenir en Italia.
Aun así, Juan III mantuvo la fidelidad doctrinal al concilio de Constantinopla II (553) y a la teología de Calcedonia, continuando el esfuerzo de reconciliación iniciado por Pelagio I.
Su prioridad fue preservar la unidad de la fe en medio del caos político, resistiendo las tendencias separatistas que seguían activas en el norte (como el cisma de Aquilea, que aún persistía).
En sus intervenciones, reafirmó que la autoridad espiritual de Roma no dependía de la fuerza del emperador, sino de la sucesión apostólica de Pedro, consolidando así el principio del primado espiritual frente a la debilidad temporal.
🏛️ 4. Labor eclesial y pastoral
A pesar de las dificultades, Juan III impulsó diversas iniciativas pastorales y de reconstrucción:
Su pontificado fue un tiempo de resistencia y consolidación interior, más que de expansión o reformas doctrinales, pero sentó las bases del papel social del Papa como padre y protector del pueblo cristiano.
✝️ 5. Muerte y legado
Juan III murió en 574, tras trece años de pontificado.
Su muerte pasó casi desapercibida en medio de la desolación de Italia, pero su legado espiritual perduró: fue el primer Papa que encarnó la figura del pastor que gobierna sin poder humano, pero con autoridad moral y fe inquebrantable.
La Iglesia reconoció en él al obispo que sostuvo a Roma cuando el Imperio se derrumbaba, y que, sin ejército ni riquezas, mantuvo viva la llama de la fe y la unidad en medio del caos.
🌿 6. Significado teológico y espiritual
El pontificado de Juan III marca una transición decisiva en la historia del papado:
“Cuando el Imperio se desmoronaba, la fe se mantuvo en pie;
y sobre las ruinas del poder humano, la Iglesia comenzó a levantar su autoridad espiritual.”
Juan III no fue un teólogo ni un político, sino un testigo de la Providencia, un Papa que sostuvo la fe en medio de la oscuridad y abrió el camino hacia el nuevo papel de Roma en la Europa cristiana.