- Introducción
Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM. Hoy nos detenemos en un Segundo Anexo sobre cómo, tras el Concilio de Nicea, se fue defendiendo y desarrollando la doctrina sobre la divinidad del Espíritu Santo, en continuidad con la enseñanza sobre el Hijo
- La cuestión pendiente en Nicea
- El Concilio de Nicea (325) se centró en la divinidad del Hijo, pero no definió explícitamente la naturaleza del Espíritu Santo.
- El Credo niceno original concluye con: “Y [creemos] en el Espíritu Santo”, sin mayor explicación.
- Esto dejó abierto el debate, pues algunos grupos (los llamados pneumatómacos, “enemigos del Espíritu”) negaban su divinidad, reduciéndolo a una fuerza creada.
- Defensa patrística del Espíritu Santo
- a) San Atanasio de Alejandría (†373)
- Tras defender la divinidad del Hijo, afirmó con igual claridad la del Espíritu Santo.
- Argumento bíblico:
- Mt 28,19: el bautismo se hace “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
- Si el Espíritu no es Dios, no podría estar incluido en la misma fórmula bautismal.
- b) Los Capadocios (San Basilio Magno, San Gregorio de Nacianzo y San Gregorio de Nisa)
- Desarrollaron la teología trinitaria con gran profundidad.
- San Basilio escribió Sobre el Espíritu Santo, defendiendo que el Espíritu es digno de la misma gloria y adoración que el Padre y el Hijo.
- San Gregorio de Nacianzo (llamado “el Teólogo”) proclamó:
“El Espíritu Santo es verdaderamente Dios, procede del Padre, no engendrado ni creado, sino que subsiste divinamente.”
- c) San Hilario de Poitiers (Occidente)
- También defendió la divinidad del Espíritu en Occidente, vinculando su obra santificadora con la vida divina.
- Fundamentos bíblicos
- Hechos 5,3-4 – Mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios.
- 2 Corintios 3,17 – “El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.”
- 1 Corintios 12,11 – El Espíritu distribuye los dones “como Él quiere”, mostrando voluntad propia, no mera fuerza.
- Juan 14,16-17.26 – El Espíritu es el Paráclito, enviado por el Padre y el Hijo, maestro y guía en la verdad.
- El Concilio de Constantinopla I (381)
- Convocado por el emperador Teodosio, completó la definición trinitaria.
- Se amplió el Credo de Nicea, confesando:
“Y [creemos] en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.”
- Este Credo, llamado Niceno-Constantinopolitano, es el que rezamos hoy en la Misa.
- Dimensión apologética
- La fe en la divinidad del Espíritu Santo no fue una innovación del siglo IV, sino el reconocimiento explícito de lo que ya estaba en la Escritura y en la vida de la Iglesia.
- Los Padres Nicenos y Constantinopolitanos muestran la continuidad: primero se defendió al Hijo, después al Espíritu, para expresar plenamente el misterio de la Trinidad.
- La Iglesia católica y ortodoxa rezan hoy el mismo Credo, signo de esta unidad en la fe trinitaria.