📌 Contexto
Después de Nicea (325), la Iglesia aún estaba dividida por el arrianismo y sus variantes (semiarianos, anomeos, homoiousianos). El emperador Teodosio I, convencido niceno, quiso poner fin a estas disputas.
Convocó un concilio en Constantinopla (381) con 150 obispos, principalmente orientales. El Papa Dámaso I apoyó sus conclusiones y luego las integró en la vida de toda la Iglesia.
✝️ Principales decisiones
- Reafirmación de Nicea
- El concilio reafirmó que el Hijo es consustancial al Padre, como se proclamó en Nicea.
- Condenó nuevamente todas las formas de arrianismo.
- Definición de la divinidad del Espíritu Santo
- Inspirados por la enseñanza de los Padres Capadocios, declararon que el Espíritu Santo es “Señor y dador de vida, que procede del Padre, y con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.
- Así quedó establecido el dogma de la Trinidad plena: un solo Dios en tres personas.
- Desarrollo del Credo
- El concilio no escribió un “nuevo” credo, sino que amplió el Credo de Nicea con una sección sobre el Espíritu Santo.
- Este es el Credo Niceno-Constantinopolitano que rezamos hasta hoy en la Misa.
- Orden eclesiástico
- Se reconoció a Constantinopla como “Nueva Roma”, dándole un rango especial después de Roma.
- Este canon fue polémico y rechazado inicialmente por Roma, pero muestra el crecimiento de la influencia política en la organización eclesial.
🕊️ Significado teológico y apologético
- Definitiva proclamación de la Trinidad
- El concilio cerró el ciclo iniciado en Nicea: no solo el Hijo es verdadero Dios, sino también el Espíritu Santo.
- La fe trinitaria quedó definida como núcleo de la identidad cristiana.
- Unidad de fe entre Oriente y Occidente
- Aunque hubo tensiones posteriores, este concilio permitió que tanto Oriente como Occidente compartieran un credo común.
- El Credo como regla de fe
- Desde entonces, el Credo no es solo una fórmula litúrgica, sino el criterio universal de la ortodoxia frente a cualquier herejía.
📌 Legado
- El Concilio de Constantinopla I selló lo que hoy llamamos la fe niceno-constantinopolitana, base de todas las confesiones cristianas ortodoxas y católicas.
- El papel del Papa y de la Sede romana, aunque no estuvo presente físicamente, fue decisivo en la recepción y universalización del concilio.