📌 Contexto
En el año 355 d.C., el Papa Liberio fue desterrado por el emperador Constancio II por negarse a condenar a San Atanasio y a aceptar fórmulas arrianas.
Para sustituirlo, el emperador promovió la elección de Félix II, instalado como obispo de Roma con apoyo político pero sin la legitimidad de la sucesión apostólica.
✝️ Félix II: antipapa bajo presión imperial
- No fue elegido canónicamente por el clero y el pueblo de Roma, como era la costumbre en el siglo IV.
- Su nombramiento fue fruto de la imposición del poder imperial, mostrando cómo el Estado intentaba controlar la Iglesia.
- Aunque algunos le veneraron posteriormente como mártir (murió asesinado tras ser expulsado), la tradición histórica lo reconoce como antipapa.
📌 Enseñanzas apologéticas
- La legitimidad del Papa no depende del poder político
- La imposición de Félix por el emperador muestra el riesgo de confundir autoridad civil con autoridad espiritual.
- La Iglesia distingue entre un obispo válidamente elegido en la sucesión de Pedro y uno impuesto por la fuerza.
- El primado no es cuestión de popularidad ni de éxito inmediato
- Aunque Liberio estaba exiliado y su figura parecía debilitada, seguía siendo el verdadero sucesor de Pedro.
- La historia muestra que la fidelidad, no la conveniencia política, garantiza la autenticidad del Papado.
- La Iglesia puede sufrir cismas, pero la sucesión apostólica permanece
- El caso de Félix anticipa muchos conflictos posteriores con antipapas.
- Sin embargo, la línea legítima de sucesión desde Pedro jamás se interrumpió.
🕊️ Legado para la fe
El episodio de Félix II recuerda que la Iglesia está siempre en tensión entre el poder del mundo y la fidelidad al Evangelio.
Aunque pueda haber divisiones o incluso antipapas, la promesa de Cristo a Pedro asegura que la Iglesia no pierde su legitimidad:
“Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y el poder del Hades no la derrotará” (Mt 16,18).