Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM en el que recorremos juntos la historia de la sucesión apostólica desde San Pedro hasta los primeros Papas, mostrando cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha mantenido fielmente el depósito de la fe.
Hoy nos detenemos en analizar Las cartas doctrinales y disciplinares de Inocencio I, que nos permiten ver cómo ejercía Roma en la práctica su primado y autoridad universal en tiempos todavía muy tempranos (siglo V).
- Naturaleza de sus cartas
- Son respuestas oficiales a consultas de obispos de Hispania, Galia, África y Oriente.
- Se consideran decretales, en continuidad con San Siricio.
- Cubren temas doctrinales, sacramentales y disciplinares, confirmando que Roma era la instancia final de apelación.
- Contenido doctrinal clave
- Pecado original y bautismo de niños: reafirmó que la práctica era apostólica, en contra de Pelagio.
- Penitencia y reconciliación: subrayó la necesidad de un orden claro en el perdón sacramental.
- Eucaristía y disciplina clerical: insistió en la reverencia y en la santidad de vida del clero.
- Ex opere operato: aunque no usa todavía esta fórmula escolástica, sus cartas dejan entrever la convicción de que los sacramentos obran por la acción de Cristo, no por la dignidad del ministro.
- Autoridad universal de Roma
- Sus cartas fueron enviadas a África (a San Agustín y otros obispos en el conflicto pelagiano).
- También llegaron a Oriente, interviniendo en disputas sobre San Juan Crisóstomo, defendiendo su inocencia y mostrando solidaridad con él.
- Así, su correspondencia muestra cómo Roma ejercía ya una función de árbitro universal en doctrina y disciplina.
- Perspectiva apologética
Las cartas de Inocencio I confirman que:
- El primado de Roma no fue una invención medieval, sino un hecho reconocido y ejercido en el siglo V.
- Los obispos de otras regiones acudían a Roma porque reconocían en ella la voz de Pedro.
- Esto cumple las palabras de Cristo:
“Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32).
✨ Conclusión: Las cartas de Inocencio I son un testimonio histórico-apologético de primera mano de cómo la sucesión apostólica en Roma garantizaba la unidad de la fe y la disciplina de la Iglesia universal.