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Episodio 75: San Bonifacio I: un pontificado entre cismas y continuidad

  • Segundo Álvarez
Date preached October 2, 2025

Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM en el que recorremos juntos la historia de la sucesión apostólica desde San Pedro hasta los primeros Papas, mostrando cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha mantenido fielmente el depósito de la fe.
Hoy nos detenemos en la figura del Papa 42: San Bonifacio I (418–422 d.C.), para ver cómo consolidó la autoridad de Roma en medio de disputas internas y externas

  1. Introducción

En el año 418 d.C., tras la muerte de Zósimo, la Iglesia de Roma se ve envuelta en un conflicto interno: la elección del nuevo Papa dio lugar a un cisma. Mientras una parte del clero elegía a Bonifacio, otro grupo proclamaba a Eulalio como papa rival. En medio de esta crisis, el papel de Roma y su autoridad quedaban puestos a prueba.

  1. Contexto histórico
  • Político: El emperador Honorio aún reinaba en Occidente, y la inestabilidad era la norma. Roma seguía en proceso de recuperación tras el saqueo del 410.
  • Eclesial: El pelagianismo, aunque condenado, no había desaparecido. Las tensiones internas en la Iglesia romana evidenciaban la necesidad de reglas más claras en la elección papal.
  • Social: El cristianismo se había convertido en fuerza cultural dominante, pero coexistía con divisiones y desafíos doctrinales.
  1. Bonifacio en la sucesión apostólica

Elegido por una parte significativa del clero y el pueblo, Bonifacio tuvo que defender su legitimidad frente a Eulalio. El conflicto llegó hasta el emperador Honorio, que inicialmente apoyó a Eulalio. Sin embargo, el orden y la paz eclesial se restablecieron cuando la mayoría del clero romano y las Iglesias de Occidente reconocieron a Bonifacio como el verdadero sucesor de Pedro.

  1. Legado y contribuciones
  1. Resolución del cisma de Eulalio: Bonifacio aseguró la legitimidad de su elección y con ello reforzó la importancia de la unidad eclesial en torno al Papa.
  2. Continuidad doctrinal: Confirmó la condena del pelagianismo y apoyó la enseñanza de San Agustín sobre la gracia.
  3. Relación con el poder imperial: Mostró que, aunque los emperadores podían intervenir, la última palabra sobre la legitimidad papal provenía de la comunión eclesial y no del poder civil.
  4. Disciplina eclesial: Fortaleció la autoridad del Papa en relación con las Iglesias de Galia y África, reafirmando que la sede romana debía ser consultada en decisiones importantes.
  1. Perspectiva apologética

El pontificado de Bonifacio I es un recordatorio de que las divisiones humanas, incluso dentro de la Iglesia, no destruyen la sucesión apostólica. La crisis del cisma de Eulalio terminó confirmando que la unidad solo puede encontrarse en el Papa legítimamente elegido y reconocido por la comunión de la Iglesia universal.

La promesa de Cristo sigue cumpliéndose:

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18).

  1. Conclusión

San Bonifacio I, a pesar de un inicio turbulento, consolidó su pontificado como signo de continuidad con Pedro. Su gobierno reafirmó que la Iglesia de Roma, aun en medio de crisis y presiones políticas, permanece como roca firme de unidad y de verdad.

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