- Contexto inmediato
La proclamación de María como Theotokos no quedó en un ámbito doctrinal cerrado, sino que encendió la piedad y devoción del pueblo cristiano. Desde entonces, el culto mariano se expandió con fuerza, tanto en Oriente como en Occidente.
- Oriente: himnos e iconografía
- Himnos litúrgicos:
- El himno Akathistos (siglo V-VI), una de las joyas de la liturgia bizantina, exalta a María como Madre de Dios.
- La oración Axion estin (“Es verdaderamente digno…”) se convirtió en parte de la liturgia de San Juan Crisóstomo.
- Iconografía:
- Surgen los íconos de la Virgen como Hodigitria (“la que muestra el camino”), representándola con el Niño Jesús.
- La imagen de la Virgen entronizada con el Niño se convierte en emblema de la fe ortodoxa en la Encarnación.
- Occidente: fiestas y basílicas
- Fiestas marianas:
- La fiesta de Santa María Madre de Dios comenzó a celebrarse el 1 de enero, en la octava de Navidad.
- Se difundieron fiestas como la Anunciación (25 de marzo) y la Dormición/Asunción (15 de agosto), que poco a poco se universalizaron.
- Basílicas y templos:
- Roma erige Santa María la Mayor, primer gran santuario mariano de Occidente.
- En ciudades de Hispania, Galia y África, se dedican altares y capillas en honor a María Mater Dei.
- Devoción popular
- La invocación “Santa María, Madre de Dios” se incorporó al rezo del Ave María.
- El pueblo cristiano comenzó a recurrir más explícitamente a su intercesión en momentos de peste, guerras y dificultades.
- En procesiones y cantos, María fue reconocida como protectora de la Iglesia y modelo de fe.
- Dimensión doctrinal y espiritual
- Cristológica: La devoción a María como Theotokos se convirtió en un modo sencillo de confesar la verdadera fe en Cristo.
- Mariológica: Se profundizó en su papel como nueva Eva, colaboradora única en la redención.
- Eclesial: María aparece como imagen de la Iglesia, que engendra a Cristo en la vida de los fieles.
📌 Conclusión:
El Concilio de Éfeso desencadenó una oleada de amor y veneración a la Virgen. La proclamación de Theotokos no solo cerró una controversia teológica, sino que enriqueció la liturgia, el arte, la espiritualidad y la vida popular de la Iglesia universal.