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Episodio 9: Camino en la Sucesión – San Sixto I, guardián de la sacralidad en la liturgia

  • Segundo Álvarez
Date preached September 21, 2025
  1. Introducción

Bienvenidos a un nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM donde recorremos juntos la continuidad apostólica de la Iglesia desde San Pedro hasta nuestros días.
Hoy nos detenemos en San Sixto I, séptimo Papa de la Iglesia, que gobernó aproximadamente entre los años 115 y 125 d.C., durante el reinado del emperador Adriano.

  1. Contexto histórico

El Imperio Romano de Adriano vivía un tiempo de esplendor cultural y estabilidad relativa, aunque la Iglesia continuaba siendo una minoría que suscitaba sospecha y, en ocasiones, persecuciones locales.
Adriano, amante de la filosofía y del sincretismo religioso, fomentaba la mezcla de cultos en el Imperio. En contraste, los cristianos insistían en la exclusividad de Cristo como único Señor, lo cual los diferenciaba radicalmente de las religiones paganas.

Es en este contexto que San Sixto I subrayó con fuerza la sacralidad de la liturgia y el respeto profundo hacia los misterios divinos, asegurando que los cristianos comprendieran la grandeza de lo que celebraban.

  1. Lugar en la sucesión apostólica

San Sixto I es recordado como el séptimo sucesor de Pedro, después de Alejandro I.
Figuras como San Ireneo de Lyon y Eusebio de Cesarea lo mencionan en sus listas episcopales, confirmando la continuidad de la sucesión en Roma.
Esto es clave apologéticamente: la Iglesia, incluso en sus primeros siglos, no se concebía sin un obispo de Roma que actuara como garante de la tradición recibida de los Apóstoles.

  1. Legado y contribuciones

Según la tradición transmitida en el Liber Pontificalis, San Sixto I dejó disposiciones significativas para reforzar la sacralidad de la liturgia:

  • Sólo los ministros sagrados podían tocar los vasos litúrgicos: un gesto que subrayaba la santidad de lo consagrado.
  • Los fieles debían unirse al canto del “Sanctus” en la Misa, vinculando la liturgia terrena con la liturgia celestial descrita en Isaías 6 y Apocalipsis 4.
  • Reglas sobre la custodia de la Eucaristía, asegurando que fuera tratada con la máxima reverencia.

Estas normas muestran un esfuerzo consciente por destacar que la liturgia no era un banquete común, sino el encuentro sagrado con Cristo vivo.

  1. Perspectiva apologética

La figura de San Sixto I es un argumento apologético poderoso frente a dos objeciones comunes:

  1. “La liturgia se inventó siglos después” → Falso. Ya en el siglo II la Iglesia tenía normas precisas para custodiar la Eucaristía y celebrar la Misa con sacralidad.
  2. “La Iglesia primitiva era puramente espiritual y sin rituales” → Falso. La insistencia en el “Sanctus”, en los vasos sagrados y en el cuidado de la comunión muestran que la Iglesia entendía la fe como algo encarnado en signos concretos.
  1. Conclusión

San Sixto I nos enseña que la liturgia es el corazón de la vida cristiana. Su pontificado consolidó prácticas que aún hoy vivimos en la Misa, como el Sanctus y el respeto profundo por lo sagrado.
Su testimonio nos recuerda que desde los primeros tiempos la Iglesia supo custodiar el misterio de Cristo con amor y reverencia, ofreciendo así un signo de unidad frente a un mundo dividido por cultos sincréticos.

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