Bienvenidos a este nuevo episodio de Camino en la Sucesión, un proyecto de CIVIC-ODM en el que recorremos juntos la historia de la sucesión apostólica desde San Pedro hasta los primeros Papas, mostrando cómo la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, ha mantenido fielmente el depósito de la fe.
Hoy nos detenemos con el Papa 55: San Hormisdas (514–523)
Tras el Cisma Laurentiano en Roma, la Iglesia todavía enfrentaba una división mayor: el Cisma Acaciano (484–519), iniciado cuando el patriarca Acacio de Constantinopla y el emperador Zenón intentaron imponer el Henotikon, un documento que buscaba conciliar católicos y monofisitas sacrificando la claridad doctrinal del Concilio de Calcedonia (451).
En este contexto, sube a la sede de Pedro San Hormisdas, un Papa conocido por su claridad doctrinal y por su habilidad diplomática.
San Hormisdas se presenta como un Papa que no duda en afirmar que:
Este punto fue clave, pues Bizancio buscaba soluciones políticas, mientras que Hormisdas insistía en que solo la verdad de la fe podía restaurar la unidad.
📜 El “Formulario de Hormisdas”
Este formulario fue finalmente aceptado por el emperador Justino I en 519, lo que puso fin al Cisma Acaciano.
✝️ Restauración de la unidad
⛪ Disciplina eclesial
El pontificado de San Hormisdas es una prueba histórica de la función única del Papa:
📌 Reflexión final para hoy:
San Hormisdas nos enseña que la unidad verdadera de la Iglesia no se consigue a base de pactos humanos, sino en la fidelidad a la verdad de Cristo, custodiada en la sucesión de Pedro. El Formulario de Hormisdas no fue un texto político, sino una proclamación de fe que sigue resonando hoy: donde está Pedro, allí está la Iglesia.