Despertar a la Conciencia es aceptar que el liderazgo comienza en el alma antes que en la estrategia.
No se trata de añadir espiritualidad al trabajo, sino de reconocer que el trabajo mismo es espiritual.
El líder consciente sabe que cada decisión empresarial es una oportunidad para construir Reino, que cada persona en su equipo es un reflejo de Cristo, y que cada proceso económico puede ser un acto de justicia y comunión.
La Conciencia no busca el éxito inmediato, sino el sentido eterno.
Transforma la manera de mirar el trabajo: ya no se trata de competir, sino de cooperar; no de poseer, sino de custodiar; no de mandar, sino de servir.
Cuando la empresa se convierte en comunidad de vida, el fruto es una cultura de paz, transparencia y confianza mutua.
Este es el primer paso del Camino O.D.M.: despertar para ver que Dios actúa en lo cotidiano, que Su presencia habita el tiempo de trabajo y que cada jornada puede ser una liturgia viva, una ofrenda de amor y servicio.