La Inmaculada Concepción de María
María, la Virgen perpetua, no es un adorno del cristianismo, sino un signo teológico de Cristo mismo. En ella vemos que la salvación es puro don de Dios, no fruto del esfuerzo humano.
👉 Por eso, confesar la virginidad perpetua de María es confesar que Jesús es el Hijo eterno del Padre, concebido por obra del Espíritu Santo.