Episodio 116: Anexo III. Carisma y estructura la tensión fecunda que sostiene la Iglesia.
El carisma y la estructura son como el corazón y los huesos del mismo cuerpo.
El primero da impulso, el segundo sostiene.
El primero ama, el segundo persevera.
Y en la unidad de ambos palpita la Iglesia viva.
“La Iglesia sin Espíritu es un edificio sin alma;
el Espíritu sin Iglesia, un fuego sin altar.”
Sabiniano, sin pretenderlo, completó la obra de Gregorio.
Donde el santo había encendido el amor, él trazó los límites que lo harían durar.
Así, el Espíritu mostró una vez más que la santidad no siempre se mide en fervor, sino en fidelidad.
El Papa Magno fue la aurora;
Sabiniano, el mediodía que consolidó la luz.
Y entre ambos se cumplió el misterio del orden divino:
la Iglesia, guiada por el Espíritu, siempre equilibra el fuego y la piedra,
para que la verdad se mantenga y el amor no se apague.